¿Quién le teme a un libro?

El Departamento de Educación de la Defensa de EE. UU. llevó este libro a una colección de acceso restringido. Foto: PBS.
27 de marzo de 2025 Hora: 10:10
Un cuento infantil sobre una chica que aprende a aceptar sus pecas es el mensaje de Julianne More para mostrarles a niñas y niños, la importancia de la identidad y la diversidad humana. Lo difícil de aceptar, para la actriz y escritora estadounidense, es que el Gobierno de Donald Trump lo haya prohibido en las escuelas administradas por el Departamento de Defensa, donde asisten los hijos de militares.
Para mayor contradicción, la actriz es hija de un veterano de la guerra del Vietnam y estudió en una de estas escuelas. Por eso está “en shock”, dijo en su cuenta de Instagram, mientras aclaró que para ella es especialmente dolorosa la prohibición.
Se trata de “Freckleface Strawberry”, escrito en el 2006, y se encuentra disponible en múltiples plataformas de venta de libros. Una historia casi autobiográfica, porque esa niña de siete años a la que no le gustan sus pecas pudo ser la propia Julianne, quien finalmente asumió su identidad y aprendió a vivir con sus pecas, “cuando se da cuenta de que es diferente, como todos los demás”.
“Es un libro que escribí para mis hijos y para otros niños para recordarles que todos luchamos, pero que estamos unidos por nuestra humanidad y nuestra comunidad”, explicó la actriz, madre de dos hijos, Caleb y Liv, que actualmente tienen 27 y 22 años, a quienes crio leyéndoles cuentos infantiles.
“Estoy particularmente sorprendida porque soy una orgullosa graduada de Frankfurt American High School, una escuela del Departamento de Defensa que en su momento funcionó en Frankfurt, Alemania”. Y prosigue que creció “con un padre que es un veterano de Vietnam y pasó su carrera en el Ejército de los Estados Unidos”, refirió el diario digital La Vanguardia.
“Es irritante para mí”, lamentó Moore, entre tanto se pregunta “qué tiene de polémico este libro ilustrado, para que el Gobierno de Estados Unidos lo prohíba”. La artista finalizó su reflexión asegurando que nunca pensó vería “algo así en un país, donde la libertad de expresión es un derecho constitucional”.

Este libro identificado por el Departamento de Educación de la Defensa (DODEA, por sus siglas en inglés) para una “revisión adicional”, lo ha llevado a una colección de acceso restringido, solo disponible para el personal educativo.
DODEA evalúa los libros y el patrimonio educativo, que pueda estar relacionado con la “ideología de género” o “ideología de equidad discriminatoria”, según dio a conocer en un memorando.
Esta revisión pretende asegurar las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump, en la educación hasta los 12 años, para la eliminación de lo que consideró como “adoctrinamiento radical”.
Fue Pen América, organización literaria sin fines de lucro, la que le dio a conocer el dato sobre el libro, a Julianne Moore. Este movimiento literario defiende los derechos de los autores frente a la censura. La misma publicación indica que otros dos libros han sido suspendidos: “Becoming Nicole”, de Amy Ellis Nutt, y el libro ilustrado de Kathleen Krull, “No Truth Without Ruth”, sobre la jurista demócrata Ruth Bader Ginsburg.
El libro de Ellis Nutt narra la transformación de una familia estadounidense y cuestiona la trasmisión de los ritos y las tradiciones de la masculinidad en su país. Por su parte, el libro de la galardonada autora Kathleen Krull,”No Truth Without Ruth”, es la biografía ilustrada de «Ruthless Ruthie», una guerrera por la igualdad, una defensora incansable de la justicia y una pionera inspiradora para las niñas de todo el mundo. Durante años antes de convertirse en jueza de la Corte Suprema, Ruth tuvo que luchar contra la noción de que ser mujer significaba que era menos inteligente, menos calificada y menos digna de atención que sus homólogos masculinos.
Retirar los libros
En el 2024 se generó un intenso debate en Utah (USA), cuando se ordenó la retirada de 13 libros en las escuelas y bibliotecas públicas.
Justamente entre estos, hubo uno de Margaret Atwood. Fue considerado, nada menos que “pornográfico” e “indecente”. Tal aseveración se hizo a razón de una nueva ley, que exige a todos los distritos escolares públicos del estado, eliminen los escritos que estén prohibidos en tres o dos distritos escolares y cinco escuelas concertadas.
Como ocurrió el año 2023 en Florida, al prohibir la novela de ciencia ficción satírico-distópica “Oryx y Crake”, publicada en el 2003, por lo que la autora reaccionó con el siguiente comentario: “Vaya, ¡soy la ancianita más peligrosa de 84 años de la que hayas oído hablar!
Por otra parte, la decisión del Consejo de Educación de Utah, fue calificada por PEN América como “un día oscuro” para la libertad de lectura. En la lista de libros censurados se incluyó una novela romántica Judy Blume y una novela gráfica de Craig Thompson. Esta fue la primera vez que un estado prohíbe una lista de libros a nivel estatal, por lo que las autoridades se basaron en que quisieron proteger a los niños “de los efectos nocivos de la pornografía ilícita, por encima de otras consideraciones».
Temas controversiales como la identidad racial y las minorías sexuales LGBT son parte del conservadurismo republicano para frenar el contenido ‘woke’ o el despertar, comentaron en la prensa estadounidense. A su vez, otras opiniones negaron las inclinaciones feministas de algunos libros y ponderaron sus valores artísticos y literarios. Tal es el caso de la saga fantástica de Acotar («A Court of Thorns and Roses»), de Sarah J. Maas, también proscripta en Utah.
Fueron censurados «Leche y Miel» de Rupi Kaur, «Siempre» de Judy Blume y “De qué están hechas las niñas” de Elana K. Arnold y “Tilt” de Ellen Hopkins, “Fallout” de Ellen Hopkins y “Mantas” de Craig Thompson.
Judy Blume aborda temas de la adolescencia y la sexualidad, mientras que Rupi Kaur, sobre la identidad femenina y empoderamiento. Por su parte, Atwood es conocida por el “El cuento de la criada”. De hecho escribió un ensayo titulado: «¿Soy una mal feminista?».

A pesar de la oposición de PEN América para frenar estas cancelaciones, ya en el 2024 fueron señales claras de que algunos libros son “demasiado peligrosos” y el 2025 ha comenzado con fuerza. Igualmente, la protesta de Let Utah Read, que agrupa a bibliotecarios, profesores y padres, pidió detener la purga de libros en el estado.
Al respecto, dejaron por sentado: “A diferencia de algunos legisladores que buscan sacar provecho político y utilizar cuestiones de guerra cultural nacional para dividirnos, los habitantes de Utah comprenden que grandes autores estadounidenses como Judy Blume, Sherman Alexie y Toni Morrison no son pornógrafos, y nadie debería ser acusado penalmente por vender, regalar o prestar un libro a un estudiante de secundaria. También comprendemos que nuestras comunidades deberían tener el derecho de elegir a miembros de las juntas locales, que elaboren políticas educativas para apoyar a los estudiantes y padres locales”.
De igual forma, en el 2024 se hizo sentir la oposición a la separación de la Iglesia y Estado, contemplada en la Primera Enmienda de la Constitución. Un ejemplo contundente lo mostró el estado de Oklahoma, al obligar a todas las escuelas a enseñar la Biblia.
De esta forma argumentan motivos sociales, sexuales, religiosos, ideológicos y políticos, como la revelación al acecho, que apunta contra poderes hegemónicos en uno u otro lado del planeta, un riesgo real que elimina o limita la libertad de elegir las lecturas “malditas”.
Cancelación
Hay un tipo de escritores y de novelas cuyos temas abordan zonas polémicas para la moral de su época, por lo que sus autores y obras sufrieron lo que hoy llaman la “cancelación”. Históricamente es y ha sido: censura. Escritores célebres como: Sade, Boccaccio, William Blake, Barroughs, Kerouac, Baudelaire, D. H. Lawrence, entre muchos más.
Particularmente en Estados Unidos, han sido prohibidos más de 10.000 libros en bibliotecas públicas y académicas, según el reporte de PEN América. Los niveles preocupantes de las restricciones indicados a finales del pasado año, lo encabezaron la Florida y el estado de Iowa, con alrededor de 8.000 prohibiciones derivadas de leyes estatales. Elkhorn en Wisconsin, vetó 300 títulos en solo unos meses, como muestra de que algunos distritos escolares de otros Estados, también limitaron libros.
“Las campañas coordinadas de una minoría de grupos y actores individuales ejercen una presión indebida sobre los consejos escolares y los distritos, lo que se traduce en la toma de decisiones excesivamente cautelosas, con respecto a la accesibilidad de los libros en las bibliotecas de las escuelas públicas. Los ataques a la literatura en las escuelas persisten a pesar de la impopularidad de estos grupos que defienden los derechos de los padres y de las encuestas que muestran una amplia oposición a la prohibición de libros”, enfatiza una investigación a favor de la libertad de lectura.

Precisa Pen América: “Siguiendo las tendencias de años anteriores, las prohibiciones de este último año incluyen de forma abrumadora historias con personas o personajes de color y personas LGBTQ+. También observamos cómo los casos de prohibición de libros se dirigen cada vez más a historias sobre mujeres y niñas que incluyen representaciones de violaciones o abusos sexuales”. En ello se regulariza la legislación estatal y el dominio de grupos conservadores.
Para nuestro asombro, incluso se prohíbe decir la palabra “gay” en las aulas. Así sucedió en Iowa por la ley SF 496 (2023), donde quedaron vetados los libros con cualquier contenido relacionado con el sexo. Similar es la ley HB 1069 de Florida, que facilitó un proceso legal con este fin, así como la demanda que cualquier libro impugnado por conducta sexual, sea retirado de la biblioteca durante el proceso de revisión. Algo parecido sucedió en Carolina del Sur, que votó a favor del Reglamento 43-170.
Leer es liberador
Mirando atrás, durante el 2022, más de 1.600 libros fueron prohibidos en escuelas norteamericanas, por el empeño de organizaciones vinculadas a grupos conservadores.
Difícil olvidar cómo el triste suceso de la muerte por asfixia de George Floyd, el 25 de mayo del 2020, provocada por el agente de la policía estadounidense Derek Chauvin en Mineápolis, incrementó la motivación por enseñar la literatura que narra acerca del racismo, preferentemente escrita por autores de comunidades marginadas.
La reacción de “los censores” en ese curso escolar, fue interpretada como racista, porque un 40 % de los más de 1.600 libros prohibidos en escuelas estadounidenses, tenían protagonistas o personajes secundarios que no son blancos.
La intransigencia de grupos conservadores, con el apoyo financiero del multimillonario Charles Koch, comenzó con una campaña en contra de esos libros, coordinada por Parents Defending Education (Padres y madres en defensa de la educación), Moms for Liberty (Mamás por la libertad) y No Left Turn in Education (No al giro a la izquierda en la educación).
Estas acciones también fueron promovidas por políticos conservadores, como el gobernador Greg Abbott de Texas y el de Florida, Ron DeSantis.
La Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos (conocida como ALA por sus siglas en inglés), recibió desde el 2021, más de 300 informes con impugnaciones e intentos de prohibir libros. De acuerdo con ALA, los libros con más prohibiciones destacan historias de comunidades negras, el racismo en Estados Unidos y personajes LGBTQ+.
“Vetar libros, es una práctica que siempre aparece asociada a algún tipo de represión, porque leer es liberador. Leer abre tu mundo y tu perspectiva, y te lleva a cuestionar las jerarquías existentes en una sociedad». Afirmó la periodista de The New York Times, Nikole Hannah-Jones, autora de “The 1619 Project”, un propósito literario que incentiva la historia de la esclavitud y temas del racismo actual.

En cuanto comenzaron las publicaciones de Hannah-Jones en The New York Times, provocó la crítica del presidente Donald Trump (2017 – 2021). En 2019, el mandatario ordenó a una comisión educativa que presentara un «currículum patriótico», como reacción a las juntas escolares que aprobaron utilizar pedagógicamente los textos de la periodista, para enseñar la historia estadounidense.
La esclavitud y el racismo, son estudiadas comúnmente con una “etiqueta” prejuiciada y poco realista en las instituciones de EE. UU. Por eso, la teoría crítica de la raza es una constante en los debates sobre educación.
«El profesorado en Estados Unidos, es en un 80 por ciento de mujeres blancas. Desafía la lógica pensar que las mujeres blancas están enseñando a los niños blancos que son unos opresores», asegura la periodista Hannah-Jones, porque continuamente observa cómo grupos conservadores, presionan a los profesores que tratan el tema del racismo en sus aulas.
Desde tiempos inmemoriales, se le prohibió aprender a leer a los esclavos y como no bastaba con eso, evitaron que los blancos estudiaran con una literatura abolicionista.
Otro tanto sucedió con el precedente creado por el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, que abrió un camino para las reivindicaciones de la comunidad gay.
Actualmente, es intención de los conservadores prohibir lecturas infantiles que contengan temas o personajes LGTB. Frente a ello las voces se levantan. Igualmente ha sido crítica la Coalición Nacional Contra la Censura (NCAC), quienes consistentemente han expresado su preocupación.
Donde se queman libros…
Volvamos al principio. “Una palabra tras otra palabra tras otra palabra es poder”, dijo Margaret Atwood. Una palabra tras otra puede ser un libro y le temen a los libros que empoderan a sus lectores para pensar y decidir. Tampoco Julianne More pensó que vería “algo así en un país donde la libertad de expresión es un derecho constitucional”.
Durante el fascismo alemán, se encendieron hogueras en todas las universidades, organizadas por las ligas estudiantiles, donde también participaron casi todos los profesores.
En 1933 ardieron las obras del poeta Heinrich Heine, quien había escrito años antes: «donde se queman libros, al final también se acaba quemando gente».
Autor: teleSUR - Rosa María Fernández